Los trastornos músculo-esqueléticos de origen laboral se han incrementado de una manera notable en la última década. Son el principal problema de salud relacionado con el trabajo en todos los países industrializados y una de las primeras causas de ausentismo laboral.
La realización de movimientos rápidos de forma repetitiva, aun cuando no supongan un gran esfuerzo físico (por ejemplo empaquetado, mecanografía, etc.), el mantenimiento de una postura que suponga una contracción muscular continua de una parte del cuerpo (mobiliario o herramientas inadecuadas), o la realización de esfuerzo más o menos bruscos con un determinado grupo muscular y la manipulación manual de cargas pueden generar alteraciones por sobrecarga en las distintas estructuras del sistema osteo-muscular al nivel de los hombros, la nuca o los miembros superiores.
Hay otros factores de riesgo como son los psicosociales, muy relacionados con la organización del trabajo, que se han demostrado que son importantes en estas alteraciones.
El trabajo monótono, la falta de control sobre la propia tarea, la presión del tiempo de trabajo, las malas relaciones sociales de trabajo y la penosidad percibida son factores que influyen en la aparición de las alteraciones músculo-esqueléticas.
La evidente correlación entre estos tipos de factores: fisiológicos, mecánicos y psicosociales es más que suficiente para diseñar estrategias de prevención.
Los problemas músculo-esqueléticos afectan tanto a hombres como mujeres, pero muchos estudios indican que son más frecuentes en las mujeres que en los hombres. Las mujeres declaraban dolor más frecuente en la parte alta de la espalda, y en los miembros superiores, mientas que los hombres se quejan sobre todo de la parte baja de la espalda, debido al marcado componente de diferenciación de género por la desigual asignación de trabajos a hombres y mujeres en la sociedad. Mientras que las tareas que suponen manipulación de cargas pesadas se asignan generalmente a hombres, la exposición de las mujeres a tareas de ciclo corto y repetitivo es muy superior a la media de la población trabajadora. Esta segregación horizontal del trabajo asalariado explica que las lesiones músculo-esqueléticas sean el componente esencial de daños laborales de las mujeres, agravado por la sobre exposición al riesgo adicional que supone en muchos casos el trabajo doméstico.
¿Qué son las Lesiones Musculo-Esqueléticas?
Son situaciones de dolor, molestia o tensión de algún tipo de lesión en la estructura anatómica del cuerpo. Son lesiones que afectan a los tejidos blandos del aparato locomotor de los huesos, ligamentos, músculos, tendones, nervios y articulaciones y vasos sanguíneos. Estas lesiones pueden aparecer en cualquier región corporal, aunque se localizan con más frecuencia en: Espalda, Cuello, Hombros, Codos, Muñecas, Rodillas, Pies y Piernas.
Las distintas alteraciones músculo – esqueléticas tienen muchos nombres, por ejemplo: tenosinovitis, tendinitis, síndrome del túnel carpiano, epicondilitis, bursitis, hernias de disco, contracturas, lumbalgias, cervicalgias. Aquí, para referirnos a todo el rango de estas lesiones, utilizamos la expresión Lesión Músculo-Esqueléticas.
Estas no siempre pueden identificarse clínicamente, ya que el síntoma es el dolor y éste es una sensación subjetiva y representa muchas veces la única manifestación.
Son las condiciones de trabajo las que originan un gran número de ellos, principalmente las posturas de trabajo, los esfuerzos, la manipulación manual de cargas y ciertos movimientos, están condicionados por el diseño del puesto de trabajo, por los tipos de tareas que deben hacerse y por su organización.
Los síntomas suelen manifestarse como: Dolor en los músculos o las articulaciones, sensación de hormigueo en el brazo o la mano. Pérdida de fuerza y sujeción en la mano. Pérdida de sensibilidad y hormigueo. Las causas son multifactoriales. La diferencia entre la fatiga muscular con las alteraciones músculo-esqueléticas es que muchas veces se confunden, la fatiga muscular está relacionada con la intensidad y la duración del trabajo, provoca dolor, su sintomatología es inespecífica y temporal, aparece y desaparece. Las alteraciones músculo esqueléticas son progresivas y los síntomas son diferentes, empeoran según las diferentes etapas:
1. Aparece durante el trabajo, dolor y fatiga en las muñecas, brazos, hombros o cuello; se mejora durante la noche y el descanso semanal. Suele durar semanas o meses.
2. Dolor y fatiga que empieza muy temprano en el día y persiste más tiempo durante la noche, y que puede incluso interrumpir el sueño. Esta fase puede durar varios meses, los trabajadores/as suelen tomar pastillas para el dolor, pero siguen trabajando.
3. Dolor, fatiga, debilidad aun cuando se haya descansado. Puede interrumpir el sueño, no pueden hacer tareas cotidianas, ni en el trabajo ni en el hogar. Esta fase puede durar meses o años, y algunas personas no se recuperan totalmente, e incluso les incapacita.