Muchas personas se preguntan si es peligroso beber demasiada agua. Sin duda y, como ya decían los antiguos galenos toxicólogos, todo en exceso puede no ser tan bueno. Es imprescindible saber hasta qué punto debemos beber agua y cuánta es la cantidad necesaria para cada día, así como otros aspectos de importancia.
Agua y la sobrehidratación
El agua es el medio donde se van a producir todas las reacciones químicas de nuestro organismo. Desde la síntesis de ATP (obtención de energía) hasta las reacciones metabólicas para obtención de glucosa en sangre. Sin duda, es un medio imprescindible que también ayuda a regular nuestra temperatura y movilizar las sustancias de desecho, “depurar” toxinas. Sin embargo, el consumo debe estar adaptado a cada organismo.
En ocasiones, la regla general de beber 2 litros de agua no se puede extrapolar a todas las personas, y menos aún cuando estamos sometidos a actividad física intensa o estaciones calurosas. Por ejemplo, una persona que mida 1,80 metros y pese 80 kilogramos, necesitará beber más agua que alguien de 1,50 metros y que pese 48 kilogramos.
La sobrehidratación es un desequilibrio producido al beber excesiva agua. Sucede cuando el cuerpo acumula una excesiva cantidad de líquido, tanta, que el riñón no la puede eliminar. Generalmente, suele ocurrir en deportistas como atletas, ciclistas, atletas de triatlón, entre otros. Así, el agua puede diluir en demasía sustancias importantes en la sangre que contaremos a continuación.
Síntomas de sobrehidratación
No es posible reconocer los síntomas de la sobrehidratación en sus primeras etapas. Conforme avanza la alteración, algunos de los síntomas que se manifiestan son las náuseas, vómitos, dolores de cabeza y confusión. Un punto de extrema importancia es que el agua puede disminuir los niveles de sodio, siendo muy peligroso porque puede provocar debilidad muscular, calambres, convulsiones, espasmos y hasta pérdida del conocimiento. Así, la hiponatremia es uno de los puntos que deben cuidar los deportistas.
¿Cuánta agua beber al día?
Lo mejor es que te guíes por el color de tu orina. En una persona sana, la orina es un buen indicador de su estado de hidratación. Una orina amarilla pálida que parece alimonada es un buen indicador. Sin embargo, una orina que parece estar demasiado concentrada, de color más oscuro, significa que necesitas más agua. Una orina de color transparente es, sin duda, señal de estar sobrehidratado.
Si eres una persona que no realiza actividad física extrema, puede ser suficiente beber alrededor de siete u ocho vasos al día, incluyendo el verano. Recuerda que los alimentos también te van a proporcionar abundante cantidad de agua, especialmente las frutas y verduras. Forzarse a beber más de 2 litros de agua al día sin tener sed es cuando puede empezar a ser contraproducente.
Si eres un deportista de alta intensidad, tendrás que medir tus niveles hídricos con una de las funciones más importantes de tu organismo: la sed. Tampoco es conveniente que entrenes habiendo bebido vasos y vasos, puesto que te sentirás más lleno y “pesado”.
¿Qué hay del agua con gas?
Una de las bebidas más consumidas en toda Europa, especialmente en eventos formales. Ante todo, lo mejor es siempre beber agua sin ningún tipo de aditivo o compuesto químico. Lo normal es que esta bebida no lleve azúcares añadidos, más que el ácido carbónico que es lo que produce el gas.
Se ha visto que el agua con gas puede ayudar a las personas con digestiones pesadas, especialmente ayuda al estómago a secretar ácidos gástricos. No obstante, puede ser contraproducente para aquellos que tienen hernia de hiato, reflujo o enfermedades del tubo digestivo. Asimismo, no estaría indicada como bebida de hidratación para deportistas, puesto que produciría una dispepsia importante (pesadez a la hora de hacer la digestión).
¿Es mejor agua embotellada o del grifo?
Esta cuestión es muy controvertida. Realmente, el agua embotellada puede llegar a presentar ciertos elementos que no benefician al organismo, especialmente los que provienen del plástico. Algunos disruptores endocrinos se han conocido a partir del agua embotellada, como el bisfenol-A. Por otro lado, también se habla del impacto medioambiental que puede aportar la misma producción. Aún así, el agua mineral obtenida suele ser de buena calidad nutritiva, con un aporte en minerales necesarios para el organismo.
Con respecto al agua de grifo, hoy podemos encontrar un líquido que garantiza calidad y salubridad, y que nos mantiene hidratados. Sin embargo, en ocasiones contiene excesivas cantidades de cloro , cal y de flúor que, al final, es nuestro cuerpo quien los termina filtrando. En estos casos, lo mejor es colocar en casa un sistema que ayude a retener el exceso de cal.